domingo, 5 de abril de 2015

"MI VIDA ES UN DESAFÍO A LA LEY DE LA GRAVEDAD"

ALEJANDRO DELMÁS
AS.com

Todo el mundo en Doha, desde los federativos de Qatar hasta su entrenador, el ‘Coach’ Stanley Szczyrba afirman que usted, Mutaz, puede saltar con certeza 2,50 y que, en todo caso, tiene el récord del mundo (2,45) al alcance de sus pies ahora: ya.


—¿Dicen eso? Bueno, Coach Stanley sé que lo dice. Yo prefiero ir paso a paso. Ahora sé que he saltado 2,43 y me vi muy bien en la pista cubierta (2,41 en este mismo 2015 en Athlone, Irlanda)... pero cuando vaya más allá de 2.43, digamos que en 2,44, entonces pensaré en 2,45. Y así, paso a paso y centímetro a centímetro. Cuando sienta que valgo el récord mundial y lo haga... no se preocupen, ustedes lo sabrán antes que nadie. Eso espero, ¿no?

—Hasta ahora, ¿cuál es su mejor momento o recuerdo en la alta competición?

—Hay dos. Uno, la medalla de bronce en los Juegos de 2012, en Londres, porque ahí salía de una lesión de espalda y me reconfortó moralmente: no lo esperaba, por eso no se pueden hacer planes ni para lo bueno ni para lo malo. Y el otro, claro, es el salto de 2,43 en Bruselas: es mi mejor marca, récord de Asia y segunda marca mundial de todos los tiempos. Así que... todo junto es mucho.

—Todos los análisis de su salto de 2,41 en Eberstadt, el 22 de agosto de 2014, coinciden en que usted rebasa el listón por varios centímetros: siete, según su entrenador, Stanley Szczyrba. Eso querría decir un vuelo de 2,48 y un récord del mundo tremendo, brutal...

—No me dedico a analizar mis saltos, ja, ja, ja... eso queda para el coach. Si él lo dice, es que lo ha visto. ¿2,48... 2,50? cuando estás ahí arriba disfrutas, ya está. El salto de altura es un estado del espíritu y también tiene algo de obra de arte. Dicen que hay que estar loco para verse sobre el listón a esa altura. Quizá sí hay que estar un poco loco: toda mi vida es la lucha contra la gravedad y a tu propio ritmo. No resulta nada fácil. Me fascina.

(Un ‘fan’ acérrimo de Michael Jordan, los Lakers, LeBron James y la NBA en general, Mutaz Barshim ya es la figura de una línea individual de material gestionada por Nike. En sus gorras personalizadas se dibuja el símbolo del halcón qatarí y una frase que escogió el propio Mutaz Barshim: ‘What gravity, huh?!!’ ‘¿Qué gravedad, huh?!!’...)

—Técnicamente, ¿cómo es su batida? Y usted, que nació en 1991, ¿ha visto suficientes saltos de Javier Sotomayor?

—La batida son ocho pasos. Siempre. Solo la cambié un poco en los entrenamientos cuando tuve los problemas de espalda, entre 2011 y 12. Y claro que he visto los saltos de Sotomayor. Era extraordinario. Él y yo somos de estilos diferentes. Él tenía más potencia que yo (‘more power’) y yo pienso que la rapidez es mi ventaja, mi gran cualidad.

—Su entrenador, Szczyrba, ha trabajado con mitos polacos y con grandes saltadores suecos como Linus Thörnblad. Mantienen bases en Polonia y Suecia. Pero su técnico sostiene, por ejemplo, que en este momento de tanta exigencia y competencia entre varios saltadores es más difícil batir el récord mundial de lo que lo fue en la época de Sotomayor...

—Eso tiene dos puntos de vista. El Coach Stanley piensa que puede ser más fácil ir a la gran plusmarca cuando una reunión se monta expresamente para eso y no hay tanta competencia. Pero al mismo tiempo, y él también lo sabe, hay mucha motivación cuando vienen y te cuentan que los que están contigo están saltando mucho y muy bien. No hay ningún problema: porque el mayor desafío es siempre el que tienes contra ti mismo.

—De todos los otros rivales actuales que ya han franqueado 2,40 o más, con Bohdan Bondarenko e Ivan Ukhov a la cabeza, ¿a quién ve más cerca de amenazar el récord de Sotomayor?

—Como digo, no me fijo en los otros, bastante tengo con fijarme en mí mismo. Por el rendimiento y facilidad en general, todos hablan de Bondarenko y quizá puedan tener razón. Pero también se advierte que en cualquier momento puede llegar una buena punta de Ukhov. Yo no lo descartaría.

—Ya maneja un ‘Range Rover’ SUV con pinta de vehículo blindado, con cristales tintados. Ya ha firmado buenos contratos publicitarios. Pero sigue viviendo con sus padres...

—¿Por qué me iba a ir de casa de mis padres? No veo razón para ello. Somos cuatro hermanos más una hermana. Todo lo que recibo de mis padres son buenos consejos. Quiero formar una familia, por supuesto. Pero con ellos tengo ahora todo lo que necesito.

—¿Cuáles son los consejos?

—Paciencia, trabajo duro y perseverar en la fe, creer en la voluntad de Dios (Inch’Allah: en los países islámicos, la expresión Inch’Allah equivale a ‘con la voluntad de Dios’).

—¿Puede detallar el régimen que sigue para mantener esos 68 kilogramos en 1,90 de altura o 1,88 sin zapatillas? ¿Sigue el Ramadán?

—Ja, ja... nada de parties, nada de alcohol, por supuesto, y salir lo justo. Eso sí, me doy un día para comer a mi antojo. Normalmente suele ser el viernes. Claro que hago el Ramadán, aunque en Europa es algo más difícil. Pero a los saltadores de altura nos viene incluso mejor: nos afina aún más.

—Terminamos casi como empezamos. Con el horizonte casi tan amplio como el margen que tuvo al franquear los 2,41 en Eberstadt, ¿cree que puede derribar el récord de Sotomayor en este mismo 2015?


—Yo salgo a competir. No discuto, no planeo. Llevo cinco años a la luz de los focos, entre los cinco mejores del mundo en salto de altura. Después de Sotomayor, soy el que más veces ha saltado 2,40 o más. Eso es competir. Eso es salto de altura: tu propio desafío.

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