sábado, 18 de diciembre de 2010

La soledad del corredor Odriozola



JULIÁN MÉNDEZ

Tiene 30 maratones en las piernas. Pero seguro que José María Odriozola Lino (Pontevedra, 1939) no lo ha pasado nunca tan mal como esta semana, cuando el escándalo de la 'Operación Galgo' le estalló en la cara salpicando de sospechas los éxitos recientes del atletismo español. Marta Domínguez, la atleta más laureada de España y «una hija» para Odriozola, que la nombró vicepresidenta, ha sido imputada por la jueza. «Con Marta he pecado de cariño. Espero que me llame y me pida disculpas», protesta Odriozola, quien afirma sentirse «engañado» por la trama descubierta.
Lo primero que llama la atención en este hombre es su doble cargo. Presidente y seleccionador nacional. Es como si Miguel Ángel Villar hiciera las alineaciones de 'la Roja' y decidiera la conveniencia o no de convocar a Iniesta o a Raúl. Un caso único, que sólo se explica por el pasado como atleta de Odriozola, por su amplio conocimiento de los clubes, de los deportistas y de sus métodos, y por su afán de control de todos los resortes de la Federación. «'Odrio' no tolera la ineficacia y no admite la mentira. En eso es inflexible. A veces le pierden las formas porque es superimpulsivo. Es muy capaz, por algo es catedrático de Bioquímica, y por eso exige tanto de los demás», confía uno de sus colaboradores más próximos. Lo de Odriozola, dice, es pura cuestión de carácter.
José María Odriozola nació en Pontevedra, la ciudad donde trabajaba su padre, ingeniero agrícola. Pero el presidente que rige los destinos del atletismo español desde 1989 se considera vitoriano. A la capital alavesa llegó de crío, siguiendo a su padre, que se incorporó a la Granja Modelo de Arkaute, un centro de excelencia agrícola y ganadero. Estudió en los Marianistas y empezó a correr en la pista de ceniza de la Sociedad Deportiva Vitoriana, unas instalaciones deportivas militares con piscina e hípica, que lindaban con las paredes del cementerio de Santa Isabel, y donde se reunía la buena sociedad de la época. En aquellos tiempos hacer deporte era cosa de gente bien, con un punto entre el higienismo sueco y la chifladura. Odriozola recuerda la cantidad de veces que le abuchearon cuando corría, vestido con camiseta y pantalón corto, por las calles de la levítica Vitoria. «Yo era un rarito, me chillaban, me insultaban...»
Su primera carrera, el 31 de octubre de 1954, la disputó sobre 2.000 metros. Lo suyo era la media distancia: estableció los récords alaveses de 400, 600, 1.500 y 800, con una marca de 1.56.6 que estaría en vigor nada menos que 18 años, según el estadístico vitoriano José María García.
Corre todas las noches
Tras terminar el Preu, Odriozola se desplazó a Madrid. En el Colegio Mayor Cisneros entró en contacto con el rugby, una de las señas de identidad del centro. A los ojeadores del club no se les pasó por alto la velocidad de aquel chaval, al que acabaron convenciendo para jugar de zaguero. Fue campeón de España e internacional absoluto tanto en rugby como en atletismo (4X400). Mientras, estudiaba Biológicas en la Complutense, donde obtuvo el doctorado y la cátedra de Bioquímica (1983). Sus alumnos aún recuerdan sus cazadoras imposibles, sus zapatillas, su mal carácter y su incansable defensa de la limpieza y del sacrificio en el deporte. Entre 1974 y 1976 trabajó como investigador en la universidad de Harvard.
En aquella época conoció a su esposa, Gunilla Martensson, una sueca de libro, nacida en Lundt. Tienen dos hijos: Pekka (bautizado así por el finlandés Pekka Päivärinta, primer campeón del mundo de cross, una décima por delante de Mariano Haro), que vive en Zurich y trabaja en el departamento de comunicación de la Fifa, y Gorka, que es relaciones públicas y representante de grupos musicales en Londres.
Pero si algo define a José María Odrioziola es su pasión por el deporte, por cualquier deporte. Hoy, con 71 años cumplidos, aún sale a trotar cada noche por los parques de Aravaca y mantiene al día su ficha como deportista veterano. Es algo que se toma muy en serio: en su época de maratoniano amateur, con 44 años, fue capaz de completar los 42 kilómetros en 2 horas 34 minutos. Como referencia, Martín Fiz, campeón en Goteborg y Hensilki, ha necesitado un minuto más para terminar el último maratón de Nueva York . «Odriozola es un hombre que ama el deporte, que controla la Federación porque le gusta ser seleccionador y presidente», dice el maratoniano alavés. «Hay que creer en lo que hemos conseguido. Estoy seguro de que todo lo que se ha descubierto ahora va a ser bueno para el atletismo», asegura.
Bioquímico y especialista en nutrición aplicada al deporte, Odriozola, socio del Club Canguro, forma parte de la Española desde 1968, cuando ingresó como vocal. Ahora, cuando la EPO ha saltado a primera página, detenta su sexto mandato, lo que le convierte en el presidente deportivo que lleva más tiempo en el cargo.
Amigo personal del vicepresidente Alfredo Pérez Rubalcaba (con quien coincidió en la Complutense y en las pistas) y del secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky (también químico por la Complutense), Odriozola, impulsor del salto dado por el atletismo español desde los años previos a Barcelona 92, puede presentar una carta de servicios sin parangón en la política deportiva española: de las once medallas obtenidas por nuestro atletismo en las Olimpiadas, nueve lo han sido bajo su mandato.
En un ejercicio para dejar claro su desconocimiento del lado oscuro, Odriozola no cesa de recordar estos días cómo en los años 80, cuando aún era vicepresidente con Juan Manuel de la Hoz, apartó de la federación al médico Eufemiano Fuentes (siempre presente en estos pufos), al entrenador Manuel Pascua y al médico argentino Guillermo Laich, encargado de poner en marcha un más que sospechoso 'plan biológico'. Sin embargo, con los años y quien sabe si por la presión de las medallas y las recompensas económicas que comportan, algunas de esas 'frutas' han vuelto a colarse en el cestillo del atletismo español.
No obstante, la amenaza estaba presente de antiguo. El envejecimiento de los deportistas españoles de élite (que Odriozola defiende alegando su preparación puntera) y la falta de recambio generacional abocaban al atletismo español a un futuro tumultuoso. Algo de lo que José María Odriozola viene advirtiendo también desde hace años. «Se nos acaba el atletismo en Europa. Y no solo en España», dice «No tenemos materia prima porque la sociedad española no hace nada ante las alarmas sanitarias que suenan a diario. Cada vez hay menos horas de educación física obligatoria en los colegios y parece que da igual. Pero si no se educa a los jóvenes en el esfuerzo físico, no tendrán capacidad de esforzarse en otras cosas. Vamos a tener una sociedad de obesos prematuros, de absentismo laboral, de depresivos... La gente no es capaz ya a los 20 años de hacer esfuerzos porque no los ha hecho nunca. Es terrible. El atletismo debería ser obligatorio. Cambiaría hasta los hábitos higiénicos de la gente», se ha lamentado en público José María Odriozola
Sus héroes y enemigos
En tantos años en el poder, 'Odri' ha tomado decisiones muy controvertidas que le han llevado a granjearse numerosos enemigos. En 1992 expulsó de la Villa Olímpica a la velocista Sandra Myers tras no permitir a su marido y entrenador Javier Echarri alojarse con ella. En Atenas 2004 dejó perplejos a los aficionados al optar por la saltadora Niurka Montalvo para la cita olímpica, en lugar de Concha Montaner, con mejor marca. La cubana nacionalizada hizo tres nulos y tuvo que volverse a casa ante la desesperación de Montaner. El público recuerda también la ausencia de Reyes Estévez en Sydney 2000. El mediofondista no consiguió la mínima para correr el 1.500 y se quedó fuera de la selección pese a ganar el bronce un año antes en Sevilla. «Me han roto la vida, me han robado y pagarán por ello», dijo entonces el catalán, llamado ahora a declarar en la 'Operación Galgo'.
«No me creo que no supiera nada sobre estos casos de dopaje y, si es así, y no sabía nada, que se vaya a la calle de inmediato porque es un imbécil». La frase proviene de Gregorio Parra, comentarista de atletismo en TVE y, cuanto menos, un personaje singular, tan competente en los cifras como insolente en los juicios.
Odriozola, como los viejos marinos, se ha amarrado al timón de la nave para correr el temporal. Como saben sus íntimos, el patrón del atletismo español tiene dos mitos de cabecera: Emile Zatopek, 'La locomotora humana' (oro en 5.000, 10.000 y maratón en Helsinki' 52), y Jesse Owens, el negro americano que se ganó cuatro oros ante las narices de Hitler. ¿Y quién dijo que ellos lo tuvieran fácil?

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