martes, 21 de septiembre de 2010

¿QUO VADIS, USAIN?



JOSÉ MANUEL MORENO. "OCHO CALLES"

Seguimos la trayectoria del “Relámpago” Bolt desde que con 17 años hiciera añicos el récord mundial junior de 200 metros, dejándolo en unos increíbles 19.93. Es decir, que los que seguimos el atletismo internacional sabíamos de su existencia y de su futuro esplendoroso mucho antes que el gran público se asombrara con sus plusmarcas en el “Nido del Pájaro” de Pekín. Una lesión en la final de la entonces su prueba, los 200 metros, en los Campeonatos del Mundo de Helsinki en 2005, retrasó su explosión mediática. En condiciones normales, en aquella final, hubiera subido al podio, aunque probablemente no al más alto escalón. En la Copa del Mundo de Atenas en 2006, fue batido por su amigo Wallace Spearmon (19:87 contra 19:96) cosa esta última nada inhabitual en aquellos años. Todo apuntaba a la definitiva explosión en 2007, y más tras realizar unos espléndidos 19.75 en Kingston, marca personal. Pero en la final de Osaka, aún no sacó esa sexta velocidad que le ha hecho famoso, y fue batido con extraña facilidad por Tyson Gay, el rey de la velocidad en aquella época. Pero llegó la fecha clave en su meteórica carrera: 31 de mayo de 2008, Icah Stadium de Nueva York, Grand Prix de la capital del mundo. Recuerdo un artículo de Santiago Segurola en “Marca”, expectante como todos ante el debut de Bolt en los 100 metros, una distancia aparentemente contrapuesta para sus largas piernas y forma de correr. Venía a decir el polifacético periodista, cuan vidente, que si quedaba cerca de Gay, habría que contar con Bolt para la distancia más corta en Pekín, que si ganaba, se convertiría en favorito, y que si batía el récord del mundo…la verdad es que Segurola lo esperaba, yo y muchos, humildemente, no. Creíamos que rompería la supremacía estadounidense en el doble hectómetro, pero que se convirtiera en el hombre más rápido del mundo en su casi primera carrera (tenía unos modestos 10.03 de 2007) en los 100 metros, pues no. Estupefactos nos quedamos. Había favorito para Pekín, y vaya si lo demostró con la aparición más grande de la historia de nuestro deporte, desde las hazañas del precursor Jesse Owens en Berlín, por encima incluso de lo realizado por Carl Lewis en Los Ángeles. 9.69 y 19.30 hizo en la capital china, entrando relajado, riéndose, no de los rivales, como decía el adusto presidente del C.O.I. sino disfrutando de la velocidad, y haciendo disfrutar al mundo entero, que giró de nuevo, gracias al de Trelawny, al olvidado rey de reyes, el atletismo. Lo acontecido con posterioridad es de sobras conocido. Otra vuelta de tuerca a sus plusmarcas en Berlín, con Gay, esta vez sí, enfrente en los 100 metros, “obligándolo” a hacer 9.58 y exhibición por todo lo alto en “su” prueba con unos impresionantes 19.19. La sensación de que podría en el futuro bajar de 9.5 y 19 segundos estaba y está ahí, aunque hay algunos síntomas que nos preocupan, y más tratándose del estandarte de nuestro deporte. No parece que este invierno, lesiones aparte, se tomara muy en serio su preparación, tuvo algún problema en esos meses en los que los atletas siembran para recoger la semilla en verano. Durante la temporada al aire libre, a pesar de sus 9.82 y 19.58 nunca se vio al Usain de los dos años anteriores. En principio, nada preocupante. Ya lo hacía Carl Lewis. En los años sin Mundiales ni Juegos, bajaba sus marcas y se lo tomaba en plan sabático. Sin embargo, su derrota ante Tyson Gay en Estocolmo, nos dejó una imagen de impotencia en el jamaicano que nunca habíamos visto, desde aquella noche en Nueva York de 2008. Parecía otro corredor, mal en la salida, e impotente para progresar. 48 horas más tarde, anunció su despedida de la temporada por un problema en la espalda, que según los médicos, podían poner en riesgo su futuro. Y en ese descanso obligado, aparece la cara frívola de quien, no lo olvidemos, tiene solamente unos envidiables 24 años. Declaraciones extemporáneas sobre sus cualidades lúdico-festivas. Que si se pasaría a la longitud en unos años, que si atentaría contra su ácido láctico en los 400 metros, que si se retiraría después de los Juegos Olímpicos de Rio en 2016. Todo más o menos normal, en un chico que se lo está pasando bien fuera de las pistas, y que siempre tiene un micrófono a la altura de su barbilla. Pero ahora aparece hablando no sé qué de un consejo que le dio Michael Johnson, y que lo suyo es retirarse en todo lo alto, como el estadounidense, y que lo mismo lo deja después de Londres 2012. Hum… el aún rey de los 400 metros, se retiró con 33 años, después de ser campeón olímpico en Barcelona (solo en el relevo), Atlanta y Sidney, y campeón mundial en Tokyo, Stuttgart, Gotemburgo, Atenas y Sevilla, donde hizo los prodigiosos 43.18. Por tanto, no serían casos equiparables, ya que en Londres, el jamaicano solo tendría 26 años. ¿Quién deja de ser el mejor con esa edad? ¿Quién dice no a suculentos contratos con esa edad? ¿Es que no le gusta el atletismo? ¿Está harto de tanto sacrificio? Pero, si viéndole correr, parece que para él, correr es un juego de niños. Niño, eso es lo que parece con tanta declaración contradictoria. Dejémosle que disfrute de sus vacaciones, que le aconsejen sus mentores y dispongámonos a deleitarnos con su inigualable potencia hasta que se canse. Si te cansas con 26 años, vamos a pensar mal, Usain.

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