viernes, 2 de octubre de 2009

Enrique López Cuenca. Atletismo, como escuela de vida


DIARIO SUR.

TRES amores sostienen la vida de Enrique López Cuenca: su mujer (Mari), la localidad de Nerja, en la que nació, trabaja y reside y, por supuesto, el atletismo. En realidad, casi todo está interrelacionado. Así, es uno de los cuatro fundadores del Club Nerja de Atletismo (junto a Francisco Ortega Olalla 'Ayo', Paco Gallardo, José Luis Bobadilla y Antonio Gómez) y su labor como dirigente le ha granjeado el cariño de sus paisanos, hasta el punto de que el estadio de su ciudad tenga su nombre y apellidos.
López Cuenca no vive del atletismo, pero es el primer vicepresidente de la Federación Española, el presidente de la Andaluza y, desde hace muy poco, también vicepresidente de la Asociación Iberoamericana, labores que por incompatibilidad le impiden presidir su club, el Cueva de Nerja-UMA. La «sangre celeste», como a él le gusta hacer ver a sus atletas, es su orgullo. En total, ya hay casi quinientos federados con unos treinta técnicos en una entidad en continua expansión. «Tenemos un olímpico, Álvaro Fernández (Atenas 2004), e internacionales en Europeos, como Josué Mena o José Manuel Cerezo, pero de lo que más nos enorgullecemos es de las competiciones por equipos, que son las que hacen sentir la filosofía del club», afirma. Por ello apunta orgulloso los ocho títulos logrados y revive emocionado el ascenso a División de Honor. El Cueva de Nerja no se refuerza a golpe de talonario, presume del carácter autóctono de sus atletas y ocupa ya su quinto lugar en el 'ranking' nacional, algo impensable en su fundación, el 31 de diciembre de 1983.
Suele suceder, y es que no toda la familia de Enrique vive el deporte. Su hermano Rogelio, el conocido artista plástico, nunca corrió, lo que sí hicieron los otros tres, entre ellos el ya fallecido Miguel. «El único antecedente deportivo en la familia es el de mi tío difunto Enrique, que fue directivo del Club Deportivo Nerja», añade.
La vocación de López Cuenca ya se hizo patente cuando era un chiquillo. «Recuerdo que en mi casa de la calle Carabeo organizábamos carreras en la calle. Con una máquina de escribir antigua de mi padre hacía unos carnés de competición para los niños». En todo caso, haber nacido en Nerja condicionó mucho su dedicación. En pocas localidades se paladea el atletismo como en la villa del Balcón de Europa, que mantiene una carrera, la popular milla urbana de la Feria, con 53 años de vigencia. Pero, contra pronóstico, su rincón favorito no es el punto neurálgico de la localidad, sino la Torre de Maro. «Es ideal para una puesta de sol. Si se mira hacia el oeste y está sereno el mar se ven todas las calas y, al fondo, el Balcón».
La vida de Enrique López Cuenca se desenvuelve a caballo entre Madrid (las reuniones de la junta directiva de la Federación), Sevilla y diversos enclaves de la región, con una apretada agenda de actos. Sin embargo, mantiene su negocio familiar, Comercial Rogelio, en el que dirige la rama de muebles y electrodomésticos con ayuda de su esposa.
Enrique ha conseguido que dos de sus tres hijos, Enrique (400 metros vallas) y Rogelio (fondista), sigan su ejemplo. «Me tengo impuesto correr al menos una hora tres días a la semana». Aunque no despuntó en una prueba concreta llegó a hacer la media maratón en hora y media. Ya con 53 años se acuerda de los que inculcaron la vena atlética, fundamentalmente Antonio Ortega y Pepe Pascual.
Nuestro protagonista se define en privado como una persona «constante, optimista, apasionada del atletismo y que cree en las personas». A título de dirigente le gusta presumir de que, a excepción de Jaén, todas las capitales de provincia andaluzas tienen estadio de atletismo, y considera que será un gran paso adelante el módulo cubierto que estará disponible en breve en Antequera, el primero de la región y en un enclave excelente desde el punto de vista geográfico. Pero se lamenta de que en Málaga falta cultura de atletismo -«una persona a la que no le gusta el fútbol puede ir a ver un partido, como espectáculo, pero no al atletismo», de la ausencia de promesas -«no se lleva el sacrificio»- y de que el suyo sigue siendo un «deporte amateur con exigencias profesionales».

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