lunes, 24 de agosto de 2009

Guiños a los guetos jamaicanos


FERNANDO GARCÍA DE GUERETA - Kingston - 24/08/2009

Jamaica es una pequeña isla situada en el mar Caribe. Del extremo este al oeste apenas llega a 230 kilómetros y la parte más ancha entre el norte y el sur no pasa de 80 kilómetros. Su población estimada es de 2.700.000 habitantes. Con estos datos, lo más normal sería que esta isla fuera una más de las muchísimas islas que hay alrededor del mundo que, prácticamente, nadie sabría dónde situar en el mapa. Sin embargo, ésta es una isla diferente, una pequeña isla mundialmente conocida y que goza de la simpatía de muchos millones de habitantes en todos los rincones del planeta.

Hasta hace bien poco esto era debido a un artista único en el siglo XX, Robert Nesta Marley, que nació en 1945 en una aldea del interior jamaicano y se convirtió en los años setenta en uno de los músicos más importantes del siglo XX y quizá el único proveniente de un país del tercer mundo. Bob Marley aún es un icono no sólo en Jamaica, sino también en cualquier país. Cualquiera que tenga la posibilidad de viajar y acuda a algún mercadillo a comprar ropa, tarde o temprano, se encontrará con alguna camiseta que recuerda la leyenda del cantante de Nine Miles.

Cinco años más tarde del fallecimiento del Marley, en 1981, no lejos de donde nació y hoy está enterrado, vino al mundo Usain Bolt, en la provincia del condado de Trelawny, en el pequeño distrito rural de Sherwood Content. Una aldea idílica en cuanto a belleza, pero muy pobre y con ausencia total de recursos económicos. Esta falta de recursos no impide a los niños de la comunidad echar carreras como uno de los juegos infantiles más populares. Habiendo sido colonia británica su isla, al joven Usain le tiraba el cricket, pero pronto su velocidad captó el interés del entrenador de su colegio: apuntaba un físico perfecto para los 400 metros

. Su leyenda en Jamaica se empieza a forjar a partir de que a Kingston se le concede la organización de los campeonatos mundiales júniors en 2002. El joven Usain logra el oro en los 200 metros con sólo 15 años y el estadio se vuelve loco. Ya empieza a apuntar esas maneras juerguistas y simpáticas —para algunos, arrogantes— que le han dado fama. Usain disfruta corriendo y los jamaicanos disfrutan viéndole correr y se unen a sus gestos, bailes, bromas y actitudes. Popularidad que nunca ha tenido su compañero y amigo Asafa Powell, de familia cristiana, mucho más comedido. La gente respeta a Asafa, pero adora a Usain.

Todo el mundo piensa que el chaval ya está listo para los próximos Juegos, los de Atenas 2004, pero las expectativas se ven defraudadas con un sexto puesto en los 200 metros. La gente le da la espalda y critica su falta de concentración, aunque Usain sólo tiene 17 años. Su popularidad decrece y muchos le acusan de prepotente. En cualquier lugar, el que un joven de 17 años logre llegar a una final olímpica seria un éxito, pero en Jamaica se considera un fracaso. Aquí sólo se reconoce a los triunfadores. Mucha gente no es consciente de cómo es el mundo en el que vive, la educación en general es pobre, pero todos repiten: “Jamaica to the world!”. Saben que el mundo les observa, aunque no saben bien dónde está ese mundo.

A partir de ahí, y con su nuevo entrenador, Glenn Mills, los éxitos vuelven. Logra la plata en los 200 de los Mundiales de Osaka y en adelante todo es progresión. El pueblo vuelve a confiar en su héroe: “Bolt to the world!”. Con los Juegos de Pekín 2008 su figura deja de ser la de un deportista querido para pasar a ser idolatrado. Los bailes que realiza después de cada carrera no son una prueba de su arrogancia, sino un guiño a su gente, a todos esos chavales que viven en el gueto y que, a falta de hacer nada mejor, se buscan la vida tratando de ser figuras del espectáculo.

No esconde que, cuando no tiene que entrenarse, le gusta la playa, la fiesta, bailar y disfrutar de sus éxitos. Así son la mayoría de los jóvenes de la isla y él no es diferente. Antes de su primera participación en las eliminatorias de los 100, miró a la cámara y dijo: “Gaza me seh”. Otro mensaje, casi cifrado, para su gente y para aquéllos que apoyan al disc jockey más famoso de la isla, Vibz Kartel, que es el autoproclamado emperador de Gaza (no de Palestina obviamente), un gueto de las afueras de Kingston.
Sus actuaciones en los Mundiales de Berlín son difíciles de describir por espectaculares, aunque quizá no hayan causado tanto júbilo como las de Pekín. ¿Está Usain malacostumbrando a sus conciudadanos? Quizá. Los jamaicanos son gente exigente. Probablemente esperan todo de él para el futuro y quizá Usain no pueda seguir progresando o quizá sí. Mientras tanto, Jamaica ya no es más la isla de Bob Marley. Jamaica es la isla de Bob Marley y Usain Bolt: “To the world!”.

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