domingo, 28 de septiembre de 2008

Los nubarrones del Olimpo (En Juventud Rebelde)


Las sonrisas y los llantos triunfales de Beijing, no pueden borrar las enormes diferencias que también signan al deporte y los negativos fenómenos que le acompañan
Por: Randy Alonso Falcón

Correo: depor@jrebelde.cip.cu

28 de septiembre de 2008 00:49:18 GMT
Beijing nos regaló los mejores Juegos Olímpicos de la historia. Allí se tensaron músculos, se conquistaron alturas, se surcaron aguas a la velocidad de un rayo, se rompieron récords de la velocidad humana. El mundo, no sin peligrosas distracciones, solo tuvo ojos durante 16 días para las hazañas de los héroes del deporte.
Pero el embrujo de la magnificencia de la apertura y la clausura de la cita estival, las fenomenales faenas de Phelps y Bolt, el ascenso de China al liderazgo universal, las sonrisas y los llantos triunfales de los medallistas, no pueden borrar de un plumazo las enormes diferencias que también signan al deporte y los negativos fenómenos que le acompañan.

Medallas para ricos
Una ojeada al medalleros de Beijing brinda la fotografía del desigual mundo actual. Allí están entre los 10 primeros las grandes economías, los países más poderosos: China, Estados Unidos, Rusia, Gran Bretaña, Alemania, Australia, Corea del Sur, Japón, Italia y Francia.

Un estadio como el fabuloso Nido de Pájaros cuesta unos 500 millones de dólares (el de Londres ya se dice que costará 662 millones de euros), una moderna pista de atletismo alcanza el precio de 250 mil dólares, un complejo acuático como el de la capital china alcanza la cifra de los 150 millones de dólares.

No hablemos del costo de una bicicleta de pista o ruta, de un atuendo y un arma de esgrima, de un rifle de precisión, de un arco recurvo, de los aparatos de gimnasia artística, de un bote de primera calidad, cada vez más sofisticados y caros, solo al alcance de los deportistas del primer mundo, o de excepcionales atletas del Tercer Mundo que reciben el patrocinio de poderosas empresas, a quienes sirven de publicidad. Los nuestros, que reciben toda la atención del Estado, son casi excepción en el mundo del mercado total.

De los 204 Comités Olímpicos Nacionales que asistieron a Beijing, 117 se fueron sin el sabor de una medalla y otros como Etiopía, Jamaica o Kenya lo obtuvieron todo en el atletismo.

Talento y músculos podridos
Solo seis casos de dopaje en deportistas y cuatro en caballos de la competencia ecuestre fueron oficialmente reconocidos por el COI en estos Juegos Olímpicos, aunque como dijo el médico Eduardo de Rose, miembro de la Agencia Mundial Antidopaje, se esperan algunos más, pues no han concluido los análisis más complejos a las más de 4 500 muestras tomadas durante el evento.

Para confirmar la predicción está el reciente anuncio de la Federación Internacional de Atletismo sobre los casos positivos de dopaje de dos lanzadores de martillo bielorrusos, ganadores de las medallas de plata y bronce en Beijing.

Hubo quienes fueron retirados por sus delegaciones sin llegar a competir por resultar positivos en exámenes previos, como un miembro del equipo de béisbol de China Taipei y el capitán del equipo búlgaro de voleibol masculino.

El presidente del COI, el belga Jacques Rogge, quien había pronosticado más casos de dopaje que en Atenas, se declaró optimista con el resultado, pero no confiado. Está de por medio la amarga historia de Marion Jones y los integrantes de la cuarteta masculina norteamericana de 4x400 metros, campeones en Sydney cuando consumían la entonces indetectable HGH. «Soy un hombre pragmático y realista. Aún no hemos ganado la guerra. Por esa razón estamos congelando las muestras por ocho años», declaró.

Esta es una batalla inacabable en un mundo donde el mercado premia el resultado por cualquier vía y la trampa es el camino más fácil y lucrativo hacia el éxito. No hay que olvidar que previo a los Juegos más de 50 deportistas fueron detectados dopados y no pudieron llegar a la cita: Grecia y Bulgaria perdieron a sus equipos completos de pesas, Rusia perdió nueve atletas y cuatro remeros, China vetó a ocho deportistas, Estados Unidos perdió a la nadadora Jessica Hardy, Australia perdió una pesista, Francia, Rumania y Eslovenia a corredoras de fondo y semifondo, Tailandia a un boxeador, la India a su única pesista, Ucrania a un remero, Italia perdió al número uno del florete en el mundo, Jamaica a uno de sus velocistas, varios ciclistas españoles e italianos fueron excluidos.

Uno de los casos más renombrados fue el del rutero italiano Riccardo Riccó, uno de los favoritos para la carrera olímpica, quien fue sorprendido en el Tour de Francia con rastros en su orina de CERA (Continuos Erythropoietin Receptor Activator), una eritropoyetina de tercera generación, conocida también como EPO de retraso, por los efectos duraderos que tiene. La CERA es producida por los laboratorios suizos Roche para tratar enfermos renales, no se encuentra en farmacias y en el mercado negro puede llegar a costar 1 000 euros la dosis.

El profesor Gérard Dine, un experto francés de la lucha antidopaje, asegura que la CERA se está utilizando en el deporte desde hace años. «Tiene la ventaja de que se inyecta menos veces y por eso los rastros quedan menos tiempo en la orina», señala. La antelación con que se suministra puede despistar los métodos de detección que hoy se practican.

Sin embargo, el presidente de la Agencia Mundial Antidopaje (AMA), el australiano John Fahey, dijo que su detección en Riccó fue posible gracias a un acuerdo con Roche, que le incluyó a la CERA una molécula específica para detectar el consumo de la sustancia.

El Dr. Dine, no obstante, ha alertado que la CERA no es lo más puntero en el dopaje. «Hay EPO de cuarta y quinta generación que no dejan rastros en la orina», dice y revela además que algunos laboratorios experimentan con sustancias sintéticas y estas hacen que el organismo genere EPO natural, endógeno.

Un experto danés, Rasmus Damsgaard había alimentado las dudas en julio en unas declaraciones a la BBC: «La AMA está sentada en una montaña de casos positivos de EPO. Tienen esas reglas muy estrictas (los criterios de positividad de las pruebas) y declaran que todo va bien. ¡Pero no funciona en absoluto! Se puede hacer más o menos lo que se quiera con EPO y no dar positivo».

Por ahora, el dopaje es un cuento de nunca acabar.

Dopaje tecnológico
Las ventajas de los representantes deportivos de los países ricos no se reducen solo a la calidad de sus instalaciones, el financiamiento, el uso de la ciencia avanzada en los entrenamientos y métodos sofisticados de dopaje y enmascaramiento. También los beneficia sobremanera el mayor acceso a tecnologías deportivas de punta.

Algunos récords de la natación estuvieron vigentes por años dada la magnitud de la marca. Ahora pueden caer en apenas minutos, como sucedió antes y durante los Juegos Olímpicos. Muchos atribuyen la avalancha de marcas mundiales en las albercas al bañador LZR Racer, desarrollado por la firma Speedo con la colaboración de la NASA y probado por el multicampeón Michael Phelps. Tres años y millones de dólares en investigación-desarrollo se invirtieron en el traje de baño que utilizaron los campeones y recordistas de los Juegos, el cual no tiene costuras y genera menor resistencia al agua.

El traje, que cuesta entre 500 y 700 dólares, ha generado una división entre quienes lo llevan y los que no. «La natación siempre fue muy pura, en el sentido de que era una persona contra otra, pero cuando se crea una situación en la que algunos tienen una superioridad tecnológica respecto a otros por el equipamiento, creo que eso va en contra de lo que hace maravilloso a nuestro deporte», se lamentó recientemente Kieren Perkins, doble campeón olímpico en 1992 y 1996.

Para el atletismo, la firma norteamericana Nike creó un sistema de vestimenta que incluye calcetines, guantes y cubrebrazos elaborados con telas con hoyuelos similares a los de una pelota de golf. En comparación con la piel desnuda, los guantes y cubrebrazos disminuyen la resistencia del viento en un 19 por ciento y los calcetines en un 12,5 por ciento. En Beijing se los vimos vestir a varios atletas norteamericanos y a la rusa Tatiana Lebedyeva.

En el baloncesto, Nike vistió a sus estrellas de la NBA con uniformes 31 por ciento más ligeros que los anteriores y elaborados con una tela que permitía enfriar el cuerpo más fácilmente. A Kobe Bryant, el Jugador Más Valioso de la liga estadounidense, lo calzaron con las zapatillas USA Nike, que son 18 por ciento más livianas que los zapatos promedio de Nike para baloncestistas.

Son solo tres ejemplos de la nueva tecnología en el deporte. ¿Al alcance de quién se encuentran? ¿Cuántos de los récords responden a estos adelantos? No es que la destreza y talento de los deportistas no cuente, pero definitivamente cuenta menos que antes.

Corrupción
Las mafias se mueven dentro del deporte, como denunció recientemente Fidel. Son más poderosas que las Federaciones Internacionales o el propio COI. El poder de los árbitros en los deportes de apreciación y de combate los hace tentadores objetos de las maquinaciones y prebendas de esas mafias.

Los escándalos en el taekwondo son imparables. El anterior presidente de la Federación Internacional fue juzgado por corrupto en su país, Corea del Sur, y fue retirado del COI. Se le acusó de malversar 3,3 millones de dólares de los fondos de la Federación Mundial de Taekwondo, así como de recibir unos 330 000 euros para facilitar el ingreso de dos personas en el Comité Olímpico Sudcoreano.

En los Juegos Olímpicos se sucedieron los fallos desacertados como resultado de los oscuros manejos de la Federación y los árbitros. Un federativo de Estados Unidos, tras un desacertado veredicto contra el multicampeón olímpico y mundial Steve López, declaró: «si de eso se trata en realidad el taekwondo, tal vez no debería ser un deporte olímpico». El entrenador cubano Leudys González denunció el intento de los uzbecos por comprar la fatal pelea por el bronce de Ángel Valodia Matos. Una competidora brasileña fue perjudicada en la semifinal de su peso y se tuvo que resignar al metal bronceado, y una taekwondoca británica había sido despojada frente a una deportista local, en el único fallo que después fue revocado gracias a la generosidad de los anfitriones. Todas las agencias de noticias valoraron como escandaloso al torneo olímpico de taekwondo.

El boxeo tampoco escapa a las sospechas, pese a los intentos de la Federación Internacional por lavar su imagen. Sin alcanzar los bochornosos niveles de Seúl 88, no faltaron las decisiones judiciales amañadas ni las cuestionables actuaciones arbitrales en la competencia estival. Cuba sufrió lo suyo. El vicepresidente de la AIBA, Rudel Obreja, de Rumania, denunció en intempestiva conferencia de prensa durante los días finales del evento que los directivos de la organización habían manipulado a su antojo la designación de jueces para los combates.

Son solo parte de la terrible corrupción que carcome a la práctica deportiva universal. Ahí están los escándalos en el fútbol italiano y en la Bundesliga alemana, las apuestas de los jugadores en el fútbol inglés, el robo de secretos entre las escuderías participantes en las carreras de Fórmula 1, el arreglo de partidos en el circuito ATP del tenis profesional, la compra de árbitros en numerosas ligas locales.

Robo de atletas
Estados Unidos acudió a la capital china con 33 deportistas nacionalizados; España lo hizo con 19.

La bandera norteamericana se izó en el Estadio Nacional Indoor de Beijing por las actuaciones de los gimnastas Alexander Artemev y Nastia Liukin, de origen ruso. La ex jamaicana Sanya Richards cerró el victorioso relevo estadounidense de 4x400 metros.

El equipo español de polo acuático discutió el bronce olímpico con el concurso del ex cubano Iván Pérez y de los hermanos brasileños Ricardo y Felipe Perrone. En la final de los 110 metros con vallas, ganada brillantemente por Dayron Robles, estuvo el ecuatoriano Jackson Quiñones representando al reino español.

No fueron los únicos. Georgia alquiló voleibolistas brasileños para las competencias de playa. Numerosos rostros delataban nacionalizaciones y compra de deportistas en las delegaciones de Gran Bretaña, Francia, Holanda, Portugal, Alemania, Bahrein, Qatar y otros.

En la competencia femenina de tenis de mesa, además de las tres representantes chinas ganadoras de todo el podio, entre las 64 jugadoras compitieron 21 de origen chino representando a otras naciones. En el masculino fueron nueve.

Al hacer un balance de los Juegos, el Secretario de Estado español para el Deporte reconoció que por primera vez en 16 años el atletismo de ese país no había logrado una sola medalla en la pista y declaró: «El atletismo exige en España una seria renovación en la que seguramente habrá que contar con la población emigrante».

La sangría de talentos deportivos de los países pobres es así imparable. El COI y las Federaciones Internacionales poco hacen verdaderamente para impedirlo. Los países ricos obtienen algunas de sus medallas sin mucho esfuerzo, robándose talentos por doquier por la fuerza de los billetes.

Uno de los pocos preocupados parece ser el presidente de la FIFA, Joseph Blatter, quien mira con cara alargada el creciente número de jugadores brasileños que pueden jugar por las selecciones nacionales de otros países después de apenas dos años de residencia.

«No soy un profeta, pero diría que para la Copa del Mundo de 2014 (en Brasil) la mitad de los jugadores podrían ser brasileños», ha dicho Blatter. «Por eso tenemos que hacer que sea más difícil (cambiar de nacionalidad deportiva)».

Mercado olímpico
Todo es posible en el gran mercado en que se han convertido los Juegos Olímpicos. La FINA cambia las finales de la natación para el desusado horario de la mañana con el objetivo de que la NBC las transmita en vivo en el horario estelar de la noche en Estados Unidos. La FIVB cambia la coloración y el aire de los balones para prolongar las acciones de juego y mejorar la percepción de los espectadores. La IBAF cambia la discusión de los extrainnings en el béisbol sin aviso previo, para complacer a las televisoras y al COI.

Los ciudadanos norteamericanos solo pudieron ver la majestuosa inauguración de los Juegos y los récords de Usain Bolt unas 12 horas después de acontecidos, pues la NBC, que compró en 846 millones de dólares los derechos de transmisión de los Juegos para Estados Unidos, decidió transmitirlos en diferido para que fueran vistos en el horario estelar de la noche, el cual les permite vender millonarios espacios para la publicidad. Los aficionados estadounidenses mostraron su frustración, pero «business es business» (negocios son negocios). Hubo avispados en Miami que compraron parábolas para seguir la competencia a través de la Televisión Cubana.

Los Juegos Olímpicos son hoy uno de los negocios más redituables del planeta. Al término del ciclo 2004-2008, el movimiento olímpico habrá recibido 4 500 millones de dólares en pago por distintos derechos.

El TOP del COI
Desde 1984, los Juegos han entrado en un intenso sistema de patrocinio y presencia mediática. Bajo las siglas TOP (The Olympic Partner) se reunió un selecto grupo de «padrinos» del movimiento olímpico, entre ellos Coca-Cola, Visa, Panasonic, Kodak, McDonald´s y Samsung. Todos pagan un alto precio por poder utilizar durante cuatro años los cinco aros olímpicos con carácter oficial.

La factura global por patrocinio para el actual ciclo olímpico ascendió a 866 millones de dólares. La cantidad es diez veces mayor que la que alcanzó el sistema TOP en su primer período hasta los Juegos de Seúl y 200 millones más que en el ciclo olímpico anterior.

Astronómicas son también las cifras por derechos de transmisión televisiva. Solo el actual cuatrienio olímpico arrojó nuevas cifras récords en las cajas del COI con 2 600 millones de dólares por ingresos televisivos. Para el próximo ciclo olímpico en Vancouver (Juegos de Invierno) y Londres (Juegos de Verano), el director de marketing del COI espera un aumento del 50 por ciento de los ingresos totales. Por la venta de derechos de televisión se calcula que ganará 3 800 millones de dólares.

Los crecientes precios de los derechos de transmisión se explican en parte por el veloz crecimiento del mercado de Internet. Durante los días olímpicos de Beijing, la NBC informó que su sitio web sobre los Juegos recibió 30 veces más visitas que durante los Juegos de Atenas 2004.

Las televisoras recuperan esos gastos y obtienen ingresos con los multimillonarios espacios de publicidad que venden durante los Juegos, tanto en la TV como en Internet. El momento en que Michael Phelps conquistaba su octava medalla de oro fue seguido en vivo por 39,9 millones de espectadores en Estados Unidos; el espacio más visto en la NBC en los últimos 18 años.

El COI, que no quiere perder tajada, espera a partir del próximo año firmar sus propios contratos de publicidad.

Phelps vale millones
Visa sacaba nuevos comerciales tan rápido como Michael Phelps daba la vuelta a la piscina. Pizza Hut le ofrecía pizza y pasta gratis por un año. Los productores de la nueva bebida PureSport lanzaban su primera campaña publicitaria basada en las hazañas del «tiburón de Baltimore», la firma Kellogs sacaba a la venta sus cereales con el rostro del héroe de Beijing.

De la noche a la mañana, el excelso nadador se ha encontrado con propuestas de películas, de promoción de comida para perros, de ropas y muñecos. Ya tiene contratos publicitarios con Speedo, Omega, Hilton y ATT. Speedo le pagó un millón de dólares por romper el récord de siete medallas de oro del también tritón norteño Mark Spitz en los Juegos de Munich 1972.

El agente de Michael Phelps, Peter Carlisle, declaró a The Wall Street Journal: «El valor del triunfo en Beijing se traducirá en una fortuna que alcanzará los cien millones de dólares a lo largo de su vida». Especialistas de marketing pronostican más y hablan de ganancias de hasta 30 millones anuales.

El otro Rey Midas
Las grandes transnacionales afilan sus dientes con el otro héroe de los Juegos: Usain Bolt, en quien ven el nuevo Rey Midas. Puma, patrocinadora de su vestimenta deportiva, está de fiesta. Las zapatillas doradas Puma Theseus II, mostradas al mundo por el bólido caribeño a través de las cámaras de televisión, son muy solicitadas desde entonces en todas las tiendas de la compañía. Puma aprovechó el éxito para sacar un bolso especial «medalla de oro» y lanzó una campaña publicitaria en el mercado chino con el rostro de Bolt.

Cada una de las 122 zancadas que dio en las finales de 100 y 200 metros en Beijing pueden reportarle a Bolt unos 82 000 dólares el próximo año. Sus agentes ya negocian contratos por unos 10 millones de dólares. Por lo pronto, cada comparecencia suya en el circuito mundial de competencias es un suceso comercial. En solo diez días, el hombre-récord del atletismo mundial ha ingresado más dinero que en toda su carrera anterior, gracias al baño de popularidad en el que se encuentra sumergido, y que le ha embolsado una pequeña fortuna que oscila en los 350 000 euros.

Pero no solo ha aumentado el bolsillo; allí donde va, Bolt despierta una atención mediática inédita hasta ahora. Tanta expectación ha generado que las 26 000 entradas para la reciente reunión atlética de Zurich quedaron agotadas una semana antes de que Bolt se calzara los tacos para correr en el estadio Letzigrund.

Su contratación ahora se ha encarecido tanto que los organizadores de mítines carecen de presupuesto para reunirle con los otros grandes de la velocidad. En Zurich, el principal organizador de la prueba aseguró que jamás un atleta había cobrado tanto por competir, ni siquiera Carl Lewis, cuya tarifa ascendía a 100 000 dólares en sus buenos tiempos. La mina de oro de sus fabulosos récords podrá multiplicar las ganancias en los próximos años.

Nike y Adidas compitieron tan duro como los atletas durante los 16 días de los Juegos por mostrar su valía y conquistar el multimillonario mercado chino. Kobe Bryant, Liu Xiang y Ronaldinho fueron las bazas de la firma norteamericana. La excepcional pertiguista Yelena Isinbayeva, el astro del fútbol Leo Messi y la campeona de la natación Britta Steffen fueron algunas de las figuras vestidas por la compañía alemana. Adidas invirtió 190 millones de dólares en los Juegos; Nike, 150 millones. Nike se hizo del contrato de vestuario de 22 de las 28 federaciones deportivas chinas. Adidas logró el patrocinio del Comité Olímpico chino y del Comité Organizador de los Juegos. Si un atleta chino competía con la vestimenta Nike y ganaba medallas, tenía que ir a la ceremonia de premiación con el uniforme Adidas de la delegación nacional...

Algunos jefes de Estado también salieron a comprar medallas. El presidente georgiano, Mijail Shaakasvili, prometió medio millón de dólares para los campeones de su país.

Pero todo no es éxtasis en el bazar del talento, incluso para Michael Phelps. Habrá que ver hasta dónde alcanza su popularidad actual. «Está en la cima del deporte en estos momentos, ahora veremos si su personalidad vende», advierte John Sweeny, director de comunicaciones deportivas de la Universidad de Carolina del Norte. «Tiger Woods demostró tener atractivo comercial. Mark Spitz no. Hay un montón de gente que trata de explotar su celebridad y a los dos años nadie quiere saber de ellos».

Mientras tanto, Massoud Azizi, un joven de 23 años como Phelps, regresó a su Afganistán en guerra. Corrió en 11:40 segundos los 100 metros planos durante los heat clasificatorios y pasó como uno más entre los 11 000 deportistas que llegaron a Beijing. Ahora en su tierra, clama por ayuda oficial al deporte y ha de rezar porque ningún bombardeo destroce la añeja pista de duro hormigón en la que entrena cuando puede.

Los Juegos Olímpicos de Beijing quedaron atrás. Sus competencias consagraron a nuevos dioses del Olimpo. La humanidad se obnubiló con sus hazañas, aunque no pudo borrar las guerras, el hambre y la desesperanza. Tampoco puede olvidar que el mercado se está tragando el deporte y cada vez vemos menos músculos y talento y más tecnología y espectáculo. Adiós ética, pasión, naciones. Los mercaderes, con el dios dinero, subieron antes que los héroes al Olimpo.

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