sábado, 1 de marzo de 2008

"LA EDAD NO ES PROBLEMA", EN SPORT



No tienen nada en común. Pertenecen a dos mundos distintos. Antonio Huertas, de 73 años, será el corredor nacional más veterano que tomará parte mañana domingo en la maratón de Barcelona. Oriol Vidal, de 18, afrontará su primer gran reto sobre la temible distancia. El primero es un jubilado de la SEAT –hoy se cumplirán tres años del fallecimiento de su esposa– mientras que el segundo estudia primero de Administración y Dirección de Empresas y está a la espera de recibir una beca para ir a los Estados Unidos.

Ni siquiera el atletismo les vincula, pues Antonio Huertas empezó a correr “a los cuarenta y tantos años. Me parece que tenía 46”. Su gran pasión es el frontón y la pelota vasca “aunque también he hecho mis pinitos en el tenis” –dice–, mientras que el segundo es un consumado practicante del deporte de la raqueta, en el que se inició a la edad de 10 años y sobre el que desarrolla un sólido currículo en el Hispano Francés. La maratón llegó a su vida accidentalmente. Y le ha atrapado.Antonio ni siquiera sabe cuántas maratones ha corrido en su vida “16 o por ahí. No sé, no las he contado...”. Se entrena a su manera y sin seguir planes establecidos: “Hoy no hago nada, mañana corro veintitantos kilómetros, y así sucesivamente”. Es un anárquico, pero dentro de su anarquía esta carrera le ha servido “para superar un dolor tan intenso como es la pérdida de mi mujer. El año pasado acredité un tiempo de 4h.24 aunque mi mejor marca es de 3h:37, del año 92 o 93, no recuerdo exactamente”. Tiene dos máximas: “una, mi pueblo, Landete, en Cuenca. Llevo aquí, en Catalunya, casi toda la vida, pero mis raíces son de donde son y, chico, eso no lo olvido”. Se le llena la boca cuando habla de Landete: “Tiene unos 1.800 habitantes y hace unos pocos años, nadie corría allí. Pero gracias a mí, la gente –sobre todo, los jóvenes– ha empezado a trotar y hasta hemos conseguido fundar un club de atletismo.

La maratón ha calado hondo. Los de mi quinta, ni siquiera pueden ir de sus casas al café”. Juega a la pelota vasca siempre que puede: “En la Casa de los Navarros, en el Passeig de Maragall, que se han portado muy bien con nosotros”, pero la maratón ocupa un espacio vital en su vida: “he descuberto que es el deporte más barato que hay y el que reporta mayores satisfacciones. Si no corriese, estaría hecho un chopo. Te diré sin recato que a muchos jóvenes les doy cuarenta mil patadas”. Nunca en su vida se ha echado la siesta: “acabo de comer, recojo todo, limpio la cocina porque, oye, yo soy muy ordenado y me voy a caminar, a veces, hasta 10 kilómetros... Siempre a mi aire, sin forzar. Correr me hace sentir mejor”. Explica con absoluta normalidad que, cuando mañana acabe la carrera “recogeré la bolsa con la fruta que me den, el agua... No me haré ningún masaje ni nada por el estilo.A mí nunca me los han dado ni me he tumbarreado en el suelo... (ríe abiertamente). Después, subiré al metro en la Plaça de Espanya, regresaré a casa, comeré algo y ya por la tarde, bajaré al bar a tomar un par de cervezas”. Por su cabeza no pasa la posibilidad de retirarse: “A coraje no me gana nadie. Nunca abandono, a no ser que me rompa como me sucedió hará un par de años en Badalona.

Pero, escucha, yo sé como recuperarme. Y en ocho o diez días, ya vuelvo a correr. Si es rotura tardo un poco más, pero poco, no vayas a pensar. No entiendo cómo esos futbolistas tan famosos se pasan tres o cuatro semanas de baja.... ¡Madre mía!”. El caso de Oriol Vidal es radicalmente distinto. Todo su entorno, sus padres, sus amigos, le aconsejan que no corra... Sólo el pequeño de la casa (Gerard, de 13 años) le anima: “el resto dicen que estoy loco”, asiente. Pero Oriol, erre que erre. Tenaz. Le ha pillado el gustillo al asfalto: “hace un mes y pico que empecé a entrenarme para esta carrera. El otro día ya corrí 30 kilómetros”.

Está ilusionado ante el reto que le aguarda: “pero también le tengo un enorme respeto a los 42 kilómetros y pico. No me he marcado ningún reto, sólo quiero acabar la prueba. Ese es mi único propósito”. No tiene la menor intención de dejar aparcado el tenis por las carreras de fondo: “aunque tampoco deseo hacer lo contrario.

La verdad es que me gusta correr; es una sensación diferente. Y si me saliera bien la experiencia, me encantaría plantearme algún día la posibilidad de correr la maratón de Nueva York o una de las grandes. Tiene que ser una pasada”.Oriol tiene claro que irá “a su rollo. Me pondré el Ipod, con la música que me gusta, y a cubrir kilómetros... Estoy preparado para el gran día y ni siquiera buscaré gente a la que me pueda ‘enganchar’ y seguir su ritmo”.