sábado, 29 de marzo de 2008

Belmonte: "La natación te prepara para la vida real"


Aparentemente son dos chicas normales, con sus ilusiones, sus amigos, sus familias, pero hay algo que las distingue del resto de los mortales, se pasan media vida dentro del agua. Erika Villaécija y Mireia Belmonte se dedican a nadar. Una profesión muy sacrificada que requiere constancia, voluntad, sacrificio y, sobre todo, resultados para poder seguir en ella.

Y de eso no les falta a ninguna de las dos.Mireia, quien se define como “una persona luchadora, persistente y constante”, llegó a la natación por casualidad “a los cuatro años me detectaron una esclerosis en la zona baja de la espalda y el médico recomendó a mis padres que nadara”, y vaya si nadó... tanto que empezó a competir y quedó campeona de Europa júnior “lo que fue determinante para dedicarme profesionalmente a la natación”, asegura.Esta joven nadadora de Badalona, de tan sólo 17 años y que regresó de Eindhoven con una medalla de oro y otra de bronce, tiene claro que para ella la natación es una escuela de la vida: “Este deporte te prepara para la vida real que nos espera cuando dejemos de nadar y entremos en el mundo laboral. Con la natación aprendes a luchar y a sufrir, virtudes que la gente que no nada no tiene”. Sin embargo, son muchas las renuncias que conlleva dedicarte a este deporte. Mireia vive en el CAR de Sant Cugat y muchos fines de semana tiene competición, por lo que “he renunciado a mi familia y a mis amigos. Les veo muy poco”, pero ella sabe que allí están, apoyándola en todo momento.

Además, “cuando tocas la pared de la piscina y ves que has hecho una marca impresionante, compensa todo lo que has dejado en el camino y casi te olvidas de los sacrificios y del trabajo que hay detrás”, asegura esta nadadora a la que les gustaría “estudiar Empresariales cuando llegue a la Universidad”. Erika Villaécija, por su parte, pese a que tan sólo tiene 23 años ya es toda una veterana en el equipo de natación donde “aunque soy joven mi experiencia hace que tire más de él en los Campeonatos”.

La nadadora barcelonesa, que es una chica “algre, un poco tímida, activa y muy familiar”, reconoce, igual que su compañera, que la natación és un deporte muy sacrificado y que ir a entrenarse cada día es muy duro: “Hay días que piensas ‘ojalá me pudiera quedar a dormir o tuviera un poco de fiebre y no tuviera que ir a entrenarme”, pero enseguida reacciona y “te acuerdas de que hay unos Juegos Olímpicos a la vuelta de la esquina y hay que entrenar”. Erika, que también vive en el CAR, tiene claro que hay vida después de la natación “si no, te morirías. Te agobiarías. Están los estudios para tener un futuro, la visa social, los amigos, mis padres... es muy importante porque todo esto te ayuda a seguir”.Su especialidad es el fondo, lo que “es más aburrido porque debes entrenarte más, haces más horas de agua, pero mis condiciones físicas son ideales para esta distancia”.

Tantas horas en una piscina dan para mucho y Erika no para de darle a la cabeza: “Planeas las cosas, piensas qué harás después... imagínate las horas que paso en el agua que yo ya tengo diseñada la casa de mis sueños. Ya sé cómo será. Además, si tienes un problema, nadar te ayuda a encontrar la solución”, ¿y la técnica? “no pienso en ella, solamente cuando mi entrenador me avisa para hacer alguna corrección”. Tras los conflictos que se venían arrastrando en la natación española, Villaécija asegura que los “nadadores siempre hemos estado muy unidos”, y explica que su relación con el seleccionador Maurizio Coconi “es cordial. Esta vez han dejado venir a mi entrenador y hacer nuestra planificación, por lo que no ha habido problema”. Muy diferente fue lo que ocurrió en Melbourne: “Hice dos cuartos puestos.

Era muy importante y querían quitarme al entrenador. Me afectó muchísimo e incluso pensé en dejar la natación, pero después lo piensas fríamente, recapacitas y ves que tienes que pensar en ti lo que te hace continuar”. Todo el trabajo de Mireia y Erika nada más aterrizar a Barcelona procedentes de Holanda ya va encaminado a unos Juegos Olímpicos donde se encontrarán con rivales mucho más fuertes y en los que las marcas deberán mejorar respecto al Europeo si quieren aspirar a medalla. La planificación se ha hecho con este objetivo, pero lo que está claro es que los éxitos de Holanda ayudarán a ver más allanado el camino hacia China.Para la flamante campeona de Europa de 200 estilos su buen papel continental “ha cambiado mi mentalidad, ahora tengo más ganas de hacer las cosas bien y conseguir éxitos”. Para ello seguirá los consejos que le dio Nina Zivanevskaia cuando se hundió tras quedar octava en el 400, “me dijo que hiciera mi carrera y no mirara a las demás”.

Además, ahora cuenta con una seguridad que “ayudará a no tener tanta presión. No sé qué ocurrirá cuando llegue a Pekín, pero llegar a unos Juegos es el sueño que he tenido y por el que he trabajado durante muchos años”. De momento Mireia, a quien veremos escuchando música latina en su Ipod justo antes de nadar –“me ayuda a concentrarme y a aislarme antes de la prueba”–, no se ha planteado contar con una preparación psicológica específica para afrontar los Juegos: “Aún no lo he pensado, lo decidiremos con el entrenador más adelante”.Villaécija ya estuvo en los Juegos de Atenas aunque entonces “no me enteré mucho. Llegué con 20 años, pero solamente hacía dos que estaba con la absoluta y no pude prepararlos mucho. Quedé quinta y pensé ‘si llego aquí sin entrenarme, con cuatro años puedo hacer algo importante. Me he preparado mucho, tengo muchas ganas de que lleguen”.

Su objetivo es nadar en “8.20, creo que con esta marca puedo estar luchando por las medallas”.Pekín está a la vuelta de la esquina “quedan 16 semanas y pasan volando”, indica Erika, y ambas nadadoras llegarán con grandes aspiraciones. No saben si regresarán con una medalla colgada del cuello, pero lo darán todo para volver satisfechas.